¡Feliz día profesores/as!
Como todos los años, el 16 de octubre marca la celebración del día del profesor, conmemorando la importante labor de la docencia a lo largo del país.
La primera vez que se celebró este día en Chile, fue el 11 de septiembre de 1943, fecha designada para recordar el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, profesor argentino pionero en la educación chilena, y fundador de la Escuela Normal de Maestros de nuestro país.
Posteriormente, en 1977, se designa el 16 de octubre fecha oficial para esta celebración, en coincidencia con la creación del Colegio de Profesores de Chile.
Desde Formando Chile enviamos nuestros agradecimientos a todas y todos nuestros profesores, quienes en un año tan complejo han sido los pilares de la educación chilena. Y para celebrar este día, conversamos con Gabriel Quiroz Fuentes, profesor de Matemática y Física para los estudiantes de 3ro medio en la EFIES de Providencia. Él nos cuenta sus inicios y la docencia, y lo que lo inspira a seguir trabajando cada día.
¿Qué lo llevó a querer dedicarse a la docencia?
Tengo familia de profesores. Veía y acompañaba a mi tía cuando iba a la Escuela Normal Abelardo Núñez y observaba las clases, me gustaba ver como la gente adulta aprendía, me llamó mucho la atención eso. De a poco, con el destino, fue haciendo que me acercara a la profesión: en el colegio haciendo reforzamiento y me empezó a gustar, estar en contacto con la gente e ir aprendiendo en conjunto.
Siempre he sentido que el aprendizaje es en conjunto: tanto el aprendiz como el que lo dirige. Entonces, eso me motivó a tomar la docencia. He hecho clases en escuelas rurales, cuando terminé mi enseñanza superior, me fui a Valdivia a hacer un magíster, y le enseñaba a los niños. Fue una experiencia maravillosa, ha sido la experiencia más linda que he tenido en la docencia. Eran un libro abierto, con quienes uno podía escribir y compartir. Era una realidad completamente distinta.
¿Cómo llegó a hacer clases en la Escuela de Formación (EFIES)?
Hace tres años atrás, una profesora que trabajaba conmigo me contó un poco del programa. Como en ese momento tenía disponibilidad los días sábados, lo acepté. Uno se va enamorando de lo que hace y con la gente con la que trabaja. A pesar de que ya voy para el cuarto año trabajando acá, siento como si hubiera empezado ayer, me siento muy ligado, me gusta el ambiente, la disposición de los estudiantes y los demás profesores.
¿Cómo puede impactar un profesor a sus estudiantes?
Lo primero es el respeto: un trato amable, entregando lo mejor. Cada día uno tiene que dar el 100%, sean online o presenciales las clases. Uno siempre queda al debe. Mientras se tenga el conocimiento de que no es poseedor de la sabiduría absoluta, sino sabiendo que uno también está dispuesto a aprender de los estudiantes, va dando cada día más.
De repente uno dice o hace alguna acción que trascendió con los chiquillos y los llevó a tomar alguna determinación en su vida, y cuando más grandes te dicen: “gracias a usted soy lo que soy”, es maravilloso, es algo impagable. He tenido muchas recompensas en ese sentido, y muchas instancias muy lindas. Que te digan eso es fuerte. Pero uno trasciende cuando se entrega completamente a la labor de enseñar.
¿Y qué aprende un profesor de sus estudiantes?
Muchas cosas. Primero la transparencia de cómo te hacen las preguntas, uno aprende muchas estrategias. Cuando te dicen que están haciendo algo de una manera distinta. Cuando uno va sensibilizando con los procesos del estudiante, vas creciendo con ellos. Y eso te hace querer dar más. Uno nunca termina de aprender. Cuando te comparten sus experiencias, su disposición a aprender.
Durante la pandemia y la transición a las clases online, ¿cuál ha sido para usted el mayor desafío como docente?
El mayor desafío para mi ha sido ser empático a través de la pantalla. Hacer mis clases a través de Instagram, conociendo que en un principio de la pandemia no todos se podían conectar a Zoom o a Google Meet. Yo soy de la cultura de mirar. Me cuesta hablarle a una pantalla, me he ido acostumbrando, pero he ido aprendiendo ya sea de su voz o de sus reacciones en el chat, hay un sentir detrás de ello. He ido aprendiendo el código y su lenguaje. Es un aprendizaje impagable, porque al hacerlo estás más cerca de ellos. Y aunque no te hablen directamente, uno lo siente y te ayuda a proyectar las clases a futuro. Extraño poder el sentimiento a la vista de cuando te dicen algo.